domingo, 13 de mayo de 2012

Culés y Merengues comparten alegría por fin

El día 24 de abril del 2012 fue uno de los días más felices para la afición Madridista; esa noche el Fútbol Club Barcelona quedó eliminado de la Champions League al caer en semifinales con el Chelsea de Fernando Torres y Juan Mata. Los tertulianos merengues habituales de Futboleros y Punto Pelota no cabían de alegría; la prensa blanca del siguiente día dedicaba columnas y columnas al feliz suceso; y las calles de Madrid eran testigo de sendas entrevistas a diversos aficionados eufóricos por la gran noticia; “fin de ciclo para el Barça”, “la décima copa será para el Madrid”, eran los comentarios de los entrevistados.

Un día después la alegría se mudo a Barcelona; el 25 de ese mismo abril, el Real Madrid cayó también eliminado de la máxima competición europea de clubes con el Bayer de Franck Ribéry y Arjen Robben. Ahora tocaba el turno de los tertulianos culés para disfrutar su momento en Marca TV e Intereconomía; esa misma noche se imprimían las portadas del siguiente día de la prensa blaugrana con tremendos titulares destacando el fracaso del rival. Al siguiente día los reporteros recorrían las calles de la Ciudad Condal para darles la oportunidad a los aficionados del Barcelona de expresar su gran alegría; “anoche cayó en mi patio el balón que Sergio Ramos pateó anoche y falló” era una de las frases más repetidas.

Todos ganan, entonces todos contentos… ¿o no?

Desde que José Mourinho llegó al fútbol español se ha encomendado a la labor de cuestionar los triunfos del rival, así como la legalidad de las competiciones oficiales y la parcialidad de los árbitros. Se trata de una estrategia que el técnico portugués suele utilizar con el fin de desestabilizar al contrario, así como para blindar su vestuario atrayendo la atención sobre él ocupando el lugar de sus jugadores. Muchos periodistas y seguidores alaban la artimaña y argumentan: “que listo que es”; la directiva encabezada por Florentino Pérez; el cuerpo técnico, Aitor Karanka incluido; los jugadores de la plantilla y el capitán Iker Casillas, hoy apoyan y justifican este medio para conseguir el último fin, “vencer al mejor Barça de la historia”.

Pep Guardiola no se ha quedado atrás, aunque mucho más medido que el portugués, también ha tenido a bien cuestionar la ética de los colegiados y en muchas ocasiones su comportamiento en el campo no ha sido el más correcto, llegando incluso a provocar al rival e iniciar así tremenda bronca en las inmediaciones de la zona técnica. Parece claro que en algún momento, la encomienda para los jugadores de Barça dentro del terreno de juego era la de exagerar cualquier lance y simular algún tipo de agresión. La espiral de violencia verbal se trasladó a los foros, tweets  y blogs de todo el territorio nacional.

Resulta cuanto menos curioso ver a dos de los equipos más grandes y poderosos de Europa quejarse de los árbitros.

Al parecer, las directivas de ambos clubes se han puesto de acuerdo y coinciden en que el calendario de la liga BBVA les perjudicó al final, al tener que disputar el clásico Barcelona-Madrid, decisivo para definir al campeón del torneo local y a unos pocos días de las semifinales de la Champions League que los dos equipos terminaron perdiendo. Pero de lo que nadie habla es del desgaste emocional y psicológico que fue mermando a jugadores y cuerpo técnico durante toda la temporada, y que seguramente terminó pasando factura contra todos aquellos que tuvieron que rendir sobre el terreno de juego.

La rivalidad sana debe existir en el deporte, sin ella no hay competición y entonces no tendría sentido más allá del cultivar e cuerpo. A nadie le gusta perder y es cierto que todos juegan para ganar, pero el precio a pagar debe tener un límite, no todo vale para triunfar; la esencia misma del deporte es el juego limpio, respetar al contario y estrechar la mano del rival cuando ha terminado el partido, se haya perdido o ganado. Se pueden perder los papeles en algún partido como algo puntual, pero establecer la confrontación y la violencia de forma sistemática opaca la pureza del fútbol.

Al final el Chelsea y el Bayer disfrutarán de la soñada final el día 19 de mayo en ese maravilloso estadio Allianz Arena de Múnich



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