domingo, 13 de mayo de 2012

La grada también juega.

No cabe duda que cada afición es un mundo, cada una siente el fútbol de manera distinta; se dice que el público es soberano y dicta sentencia cada partido, y que si algo de lo que ocurre en el campo de juego no gusta, el precio de la entrada le otorga el derecho al público a manifestarse desde las gradas como mejor crea. Pero, ¿qué ocurre cuando el factor campo deja de ser una ventaja deportiva y se vuelve en contra del equipo?, ¿qué pasa cuando “jugar en casa” implica una presión añadida contra los jugadores locales en lugar del rival que juega como visitante? Y sobre todo, ¿qué tan provechoso puede resultar esta presión contra el grupo cuando las cosas no van bien?, ¿se consiguen más títulos recriminando, señalando y presionando a los jugadores o al cuerpo técnico?

El caso de Nervión
Los últimos años la afición del Sevilla Fútbol Club ha sufrido un notable cambio en la forma de apoyar a su equipo; se ha vuelto más exigente, impaciente y en muchas ocasiones intolerante sobre el rendimiento de sus jugadores y entrenador que en otro tiempo contaban con un apoyo incondicional. La transformación de la grada parece haberse originado a raíz de los increíbles resultados deportivos conseguidos en la temporada 2005/06; cuando con entrenador nuevo y un equipo plagado de jugadores de poco nombre, el equipo alcanzó su primer título europeo, la Copa de la UEFA.

La temporada 2006/07 fue todavía mejor para el club que la anterior, y para muchos ha sido sin lugar a dudas la mejor en los más de cien años de historia con los que cuenta el club; ese año consiguió la Súper Copa de Europa, conquistó su segunda Copa de la UEFA, ganó también la Copa del Rey y terminó tercero en la Liga, con derecho a participar en la Champions League del año siguiente. Fruto de estos éxitos, el Sevilla recibió el Trofeo de Mejor Equipo del Mundo 2006, título que repetiría el año siguiente.

Hoy en día el público del Ramón Sánchez Pizjuán no esta dispuesto a perdonar una a sus jugadores y mucho menos a su entrenador en turno; desde que Juande Ramos -el entrenador artífice de los éxitos del club- dejase el banquillo del club, cinco distintos entrenadores han sido destituidos del cargo a petición expresa de los aficionados. Hoy los pañuelos y abucheos son una constante en las gradas del estadio de Nervión. Parece que la afición sevillista se ha acostumbrado a ganar copas y no está dispuesta a menos. Hay que añadir que un grande se va del Sevilla este año y no será fácil encontrar suplente; ¡suerte a Frédéric Kanouté donde quiera que vaya!, es una pena no poder clonar a este jugador.

La grada de Mestalla
El caso de la afición del Valencia Fútbol Club es cuanto menos particular. Debido a la delicada situación económica, el club se ha visto obligado en los últimos años a vender estrellas como David Villa, David Silva y Juan Mata para reducir su deuda de 382 millones de euros, jugadores titulares cada partido en el Valencia que hoy brillan en otros equipos ricos y poderosos de Europa como el Chelsea o Manchester City. El club ha tenido que vender para poder seguir adelante, aún así el futuro del Valencia en incierto, y ahora más con la que está cayendo en Bankia.

En una liga española “bipolar”, donde el poderío económico y mediático del Barcelona F.C. y del Real Madrid, ha relegado al resto de equipos a jugar “la otra liga”, la de consolación; los resultados deportivos que el Valencia ha conseguido en los últimos años son admirables; desde la temporada 2009/10 ha terminado siempre tercero en la liga y esta última temporada además, ha alcanzado las semifinales de la Copa del Rey y también las semifinales de la Copa de la UEFA; nada mal para un equipo que año con año tiene que reestructurar su plantilla y volver a construir el equipo. Ya empiezan a sonar nuevas bajas para la siguiente temporada y toca empezar de nuevo.

Con todo, la grada de Mestalla parece no estar conforme con el rendimiento de su equipo, pero sobretodo carga contra Unai Emery el entrenador; los pañuelos, silbidos y abucheos han sido una constante en el “camp del València”; el público señala al técnico vasco como el primer responsable de las derrotas que ha sufrido el equipo a lo largo de la temporada. Al parecer, los aficionados añoran aquella temporada 2003/04 del doblete con Rafa Benítez al frente del equipo. Finalmente el de Hondarribia se va y Pellegrino ocupará el banquillo del Valencia la siguiente temporada, ¡toda la suerte en el Spartak de Moscú para Emery!

Motivación Positiva vs. Motivación Negativa.
En su libro “Psicología Social del Ejercicio y el Deporte”, Martin Hagger y Nikos Chatzisarantis publican datos muy interesantes sobre la influencia que una grada hostil y enfadada puede ejercer contra el rendimiento de los deportistas; afirman que cuando la afición decide apoyar a su equipo, este anota en promedio más goles que cuando no es así. Explican también el efecto negativo que puede tener para los jugadores locales cuando las condiciones de jugar en casa no son las adecuadas, donde la capacidad del futbolista se ve disminuida debido a la sobreexcitación, distracción, atrofia motriz y miedo al fracaso.

Juan Luis Urcola Tellería ofrece en su libro “Dirigir personas: fondo y formas” las claves de la Motivación Externa, aquella que viene del exterior, en este caso de la grada. Urcola afirma que la amonestación pública es un tipo de castigo o penalización dentro de la denominada motivación negativa, y que para que esta surta efecto se deben cumplir cuatro requisitos: ser excepcional, poco habitual; ser oportuna, aplicarla cuando toca; ser personal, solo dirigida a aquellos cuyo comportamiento se busca corregir; y ser proporcional al fallo cometido. Pero sobre todo, Urcola Tellería es muy claro, “el castigo y la sanción sirven para corregir un comportamiento inapropiado, pero nunca serán capaces, por sí solos, de activar o desarrollar los comportamientos deseables”.

La Catedral del fútbol
Lo que ocurre en San Mamés cada vez que el Athletic de Bilbao juega es de otro mundo; se dice que es la afición más fiel del fútbol español, no solo por ocupar los primeros sitios en los porcentajes de asistencia a los partidos durante la temporada, sino sobre todo por la forma que tiene de animar a su equipo y cuerpo técnico. Solo en ocasiones muy puntuales la afición athleticzale ha ondeado los pañuelos blancos en la grada, como en aquellos tristes años de la polémica gestión del ex-presidente Fernando Lamikiz Garai. Entrenadores, jugadores y aficionados de toda España y muchas partes del mundo, reconocen lo especial de esta hichada.

Una afición incondicional a apoyar
Está claro que la cultura territorial es determinante en la personalidad de las gradas; no podemos esperar que un vasco anime a su equipo de fútbol de la misma manera que lo hace un madrileño; incluso comparando entre aficiones de dos equipos de fútbol de la misma ciudad, nos damos cuenta que un bético por ejemplo, no tiene nada que ver con un sevillista; cada afición ha desarrollado una carácter único a lo largo de su historia y esta se manifiesta en cada partido. Es imposible cambiar el ADN de la afición, pero sería bueno reflexionar sobre la mejor forma de ayudar al equipo a alcanzar los objetivos de cada temporada, porque la grada también juega.

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